sábado, 17 de mayo de 2014

Ya bastante tienes con tus cicatrices.

Y qué más da de la habitación desordenada, de la basura por tirar, de la alegría por mantener y de las lágrimas por derramar. Que las cosas son iguales o peores que antes porque no te tengo, y tampoco volverás. Que las cosas seguirán igual aunque intenten cambiar, porque lamentablemente siempre estuvieron destinadas a que ocurrieran del mismo modo. Que la ausencia de todo duele más que una miséra pérdida de ti mismo. Que el abismo no es efímero, y que tú y yo como un colectivo nunca lo fuimos, pero estuvimos destinados a serlo. Y aquí me ves, escribiéndo(te) como si me fuera la vida en ello. Escribiéndote mientras me ahogo, mientras me derramo y mientras me hundo. Que el aire cada vez me pesa más y escribir solamente provoca que mis lágrimas sean más densas, amor. Y me pesan, joder. Todo me pesa, todo es demasiado. Quiero que sepas que el café ya no me sabe de la misma forma y que mis lágrimas ya no son dulces, son saladas. Quiero que sepas que la mesa sigue desordenada, pero ahora está sucia de las lágrimas que estoy derramando. Que en la mesa sólo quedan trozos de mí que cortan, así que no te molestes en volver, ya bastante tienes con tus cicatrices.

martes, 6 de mayo de 2014

Tic tac dice el reloj.

Dijiste que ahora volvías, y no volviste más. Es irónico las puertas que te abre y cierra la vida. Y como, un día para otro, las cosas cambian. Bueno, la verdad es que no cambiaron tanto. Porque, déjame afirmar, con toda seguridad, que tú ya sabías esto. Estúpido. Y nunca me dijiste nada. Es más, ni me acordaba de que ya me lo habían dicho y ni se me pasó la idea por la cabeza. Estúpida yo, estúpido tú. No voy a decir que te has ido y he perdido el norte. O que te has ido y ahora todo es infierno. Voy a decir que te has ido, y que no he podido despedirme. Y que eso es lo peor, porque no puedo ni ir a verte. Es decir, me gustaría estar en el último sitio en el que estuviste cuando todo ocurrió. Quiero respuestas. Tu voz resuena en mi cabeza ahora mismo. Y todos los momentos me pasan por la mente y es muy gracioso. Gracioso en la medida mínima, como todo. Gracioso y triste, porque eras un buen hombre. Gracioso y triste, porque nunca podrás saber lo que pensaba de ti. Lo que pensaba y pienso, de hecho. Y mientras digo esto tic tac dice el reloj. ¿Me entiendes? Esto es una despedida. De ti y de mí. Porque una parte de mí ha muerto - si es que tenía algo vivo - al irte.