Censuradme,
si podéis,
la voz,
entre promesas
de justicia,
entre cortinas
de silencio.
Censuradme,
si podéis,
el juicio,
entre soledad
incansable,
entre lejanía
y silencio.
Censuradme
si podéis
censurarme.
Censuradme
si sabéis
lo que es
censurable.
Censuradme
o censuradnos
si ya estamos
censurados.
Hemos perdido
la voz,
el juicio
y la compañía
y no ha sido por vosotros.