estaba convencido de que
mis musas eran mariposas
azules
revoloteando
entre mi calidez
mis musas eran mariposas
azules
revoloteando
entre mi calidez
mis musas
digo, mi musa,
es de aquellas mariposas
que te persiguen
entre el olor húmedo
de la hierba fría.
Y que, al hacerlo,
solo entiendes de calma
y de momentos infinitos
y el sentir de la vida
caerse
pero encima de felicidad.
Pero ahora mi musa
no es de aquellas mariposas
que te perseguían
mientras estabas lleno,
ni ahora irradias agradable
explosión
aunque
solía serlo.
o parecerlo.
La puerta era un cristal.
Me di de bruces.
Mi musa es una efímera.
Despampanante libélula
y qué baile
de sombras,
líneas,
delirios de grandeza:
el batir de las alas.
Majestuosa dorada,
ahora solo celebro efemérides,
y es por eso, que hubiese hecho,
totalmente, una danza nupcial
con ella
de no ser porque ahora
me repugnaría
haberme encontrado con un cristal
y creerlo puerta otra vez.