lunes, 10 de diciembre de 2018

En aquel sofá

Hubiese llorado en tu hombro por horas.
Hubiese estado abrazándote,
llorando,
sin pedir disculpas después.
Pero pedí disculpas
y no fueron horas.

Y ese es el problema.

Demasiado transparente,
demasiado vulnerable,
demasiado ventana.

Y yo me empaño porque eso hago siempre.

Creo que hemos traspasado líneas,
las hemos borrado,
quemado,
rechazado,
y me va a costar rehacerlo todo.
Ponerlas de nuevo.

Déjame ser menos claro:
has sido esa ola que viene lejos
y yo he creído haber sabido nadar
desnudo
porque íbamos con una idea,
con una expectativa,
con una ilusión.
- debería hacer un poema sobre
ideas,
expectativas,
e ilusiones,
que acaben en un
''eres interesante pero ya está''-

En realidad no has sido esa ola
pero hemos alimentado la ola,
con la sensación siempre
que la estabas dirigiendo tú
y yo,
nadando,
aprendiendo a bucear con menos aire
y más aire.

Y qué miedo, ¿no?
Ahora, digo.

Tirarte al agua
y que la red no sea red,
que en la piscina
al final no haya agua
y sangre por el golpe.

Hubiese llorado en tu hombro por horas.
En aquel sofá.
Así de vulnerable me he sentido por ti.

No puedo ser más claro
pero sí que ha sido una decepción,
un golpe.

Menudo volantazo, colega.
Los límites me ahogan
y menudo volantazo.
Seco.
Como mi boca.
Siempre.

Enumeraré algún día
todas las personas
que han pasado por
''no estoy preparado para una relación''
pero luego ni relación.

No todo pasa por un compromiso.
Pero supongo que es complicado pensarlo.

Hazme un mapa de cómo actuar con estas nuevas rayas y luego hablamos.