viernes, 14 de agosto de 2015

Catorce o veintitrés, siempre serás un planeta.

No soy de recordar fechas, creo que lo sabes. Pero hoy me han dicho que es 14. Catorce. Resulta mentira que hace un año y medio, el 14 de febrero de 2014, te pidiera salir. Déjame añadir que el poema que te mandé era horroroso y que resultó cliché la idea de pedirte salir en un número que para ti era especial. Para el colmo, San Valentín.
Aunque no te toqué, ni te besé siempre tuve la impresión de que respiraba el mismo aire que tú. Que respirábamos a la par que nuestro silencio se besaba. Esto también es cliché. Lo sé. Por eso lo publico en este blog. Porque esta vez no es para ti, es para mí.
Y resulta mentira que aún no quiera tocarte ni besarte.
Quiero decir.
He tocado y he besado a otros. Pero a ninguno como a ti. En serio. Me aburrí de todos.
Lo nuestro fue tan profundo que no hicieron falta besos ni abrazos para quererte.
Sólo hizo falta tu voz a través de la línea telefónica y mi silencio para llegar a amarte.

Y me encantaría que volvieras.
O que me dejaras ver violetas en otro hogar. Porque a veces ''hogar'' no es más que una persona. Y tú fuiste y eres el jodido planeta Tierra entero.

Y podría hacer un poema de ti y de mí,
de la impresión que das
cuando estás en todas partes.

Cuando te veo en las flores
y en los paisajes.
Cuando te veo en el mar
y en el viento.

Podría hacer un poema
de la impotencia que siento
al ver que todo se derrumba.

Que te derrumbas.

Podría hacer un poema
de lo mal que me siento
cuando me falta el aire.

Cuando no te veo en las flores
ni en los paisajes.
Cuando no te veo en el mar
ni en el viento.

Y podría hacer un poema
sobre las cuatro paredes
de mi habitación.

Y tú en mi ventana,
parada,
esperando a que te bese.