jueves, 6 de agosto de 2015

Nada es absoluto, todo es relativo.

Desde que tengo uso de razón, en mis fantasías, siempre he optado por el teletransporte instantáneo. Ahora lo pienso y llego a la conclusión de que lo decía porque en teoría tener el poder de teletransportación no es nada costoso y tu ausencia en un lugar es menos notada. Porque, vaya, lo mejor del viaje es el viaje. La verdad es que nunca me importará cuán largo sea. Es decir, claro que me estresa estar en un sitio cerrado y no poder casi moverme, sea en el tren, en el coche, en el avión o en el bus. Pero es mágico eso de poder ver cómo se aleja todo por la ventana cuando la verdad eres tú el que se aleja. Da qué pensar.

Y esto me recuerda a la Teoría de la Relatividad.