Y me dio por alejarme lo más físicamente posible. El problema es que no me di cuenta de que cuanto más me alejaba de algo, más me acercaba a lo otro de lo que también quería alejarme. Como un péndulo. Aún así, seguí caminando. Seguí caminando con el corazón agrietado, con la garganta seca y con las zapas limpias. Que, a pesar de que las zapatillas estaban impolutas, se las veía viejas. Como a mi corazón agrietado, como a mi garganta seca y como tu recuerdo y mis lágrimas al recordarte.